martes, 2 de abril de 2013

¡buenas y buenos!

Seguro que alguno se pregunta por qué empiezo mi blog con entradas tan extrañas y saludo de manera tan….. ¿Extraña? Sí, valga la redundancia. Mas me voy a aprovechar de ella ahora mismo.

   La vida está formada por un sinfín de caminos con entramados diferentes, y nosotros somos los puntos que los interconectamos. Estas y otras muchas suelen ser una de mis reflexiones más simples a la hora en la que nos encontramos de la tarde. Pero Pobre de mí, no es la única –ni mucho menos- reflexión que tengo.

   Antes decía lo de mi redundancia no por ésto; sino porque he acabado el cuarto de los libros de Canción de Hielo y Fuego. A este escritor cada día le quiero y le odio más al mismo tiempo. ¿Que cómo puede ser?

   Su escritura es tan fluida que hace que quiera seguir devorando y desgrannando cada una de las tramas de los personajes, pero ni siquiera mi mente –y creo que la de casi nadie- puede figurarse qué pasará y con quién. Tal vez, cuando le cogemos cariño a un personaje de la trama se muere en el capítulo siguiente…. ¡Ay! O cosas de ese estilo.

   Y hablando del estilo propiamente dicho, me parece bastante cuidado. Las familias y las casas…. era algo que al principio temía bastante, pero esa realidad que aparece en los apéndices al final de cada tomo, me hace salir de dudas y no desesperarme a la ligera preguntando.

   Y ¿qué más puedo decir? Lo odio por esos puntos suspensivos, que, colocándolos de la manera adecuada son capaces de poner nerviosos a muchísimos lectores –al igual que yo- en el mundo. Son propios y esenciales para dejar intrigado al lector cuando se quiere…..

Podría optar por dejar esta entrada aquí, inconclusa, pero como ya lo he dicho sólo voy a hacer una pausa para despedirme en este día. Los anteriores han estado cargados de experiencias, buenas y malas…. Y por supuesto en el mundo real, ¿eh?

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