¿Cuantas veces nos decían esta frase cuando hay bastante prisa por hacer las cosas?
Y es que todo en esta vida parece ser “ir corriendo”. Por las calles de Madrid, lo único que se escucha es el sonido del transporte, los coches, autobuses…. Y los pasos de la gente, corriendo a su lugar de destino. Todo por cumplir obligaciones. Todo por no llegar tarde.
La Caricatura de la fe se mantiene en una simple creencia basada en ir rápido, llegar cuanto antes mejor. Yo lo he sufrido. Y actualmente es así.
Giramos una esquina, seguimos una recta… chocamos; y lo único que se nos ocurre decir es: ‘Perdón’. ¿Y qué más hacer?
Nada, la prisa nos lo impide. Sólo nos importa llegar a nuestro “destino” y no a otros lugares… Por ejemplo a conocer a alguien, o a detenerse a hablarle…. ¿Para qué?
Su vida no importa, entre comillas. Sólo importa la nuestra, lo que hagamos con ella, al fin y al cabo no estamos construyendo sino la nuestra ¿no?
Esto tiene consecuencias. Los caminos se abren ante nosotros pero podemos pasar de largo. La rapidez nos hace perder oportunidades, el agovio preocuparnos por cosas que tienen soluciones que veríamos si hiciéramos un vacío mental de todo a lo que damos importancia en el día y que no la tiene.
Pero mientras corres, porque tu mente y tus pasos, la gente, las colas, el transporte que hoy tarda más por una huelga, que te impele a detenerte y mirar…. Pero ni siquiera así miramos, ni siquiera escuchamos. Nuestra cabeza sigue empeñada en llegar, “llegar para cumplir”.
Esta es una visión pequeña de la vida que yo he adquirido. Así es. Vivía en mi pueblo, de hecho a veces voy de vacaciones. Es todo tan silencioso… Lo que me consuela es que Madrid me hace hecharlo de menos y querer ir allí de vez en cuando. Para qué vamos a engañarnos, el buen tiempo es el buen tiempo. Llevar una vida en este lugar, donde sólo priman los corredores de la ruta, ruta diaria e inagotable fuente de preocupaciones, es suficiente motivo para ello. Y es duro. A la vez que lo fue dejar a mi familia atrás… aunque no estoy sola, pero allí es donde están las raíces.
Y vuelvo a repetir… “Para qué vamos a engañarnos”. Pregunta retórica y cierta. Yo también me veo a veces contagiada por la prisa que destila cada Corredor de la Ruta de mi alrededor, son personas que a diario hacen lo que han de hacer, sólo correr, sin pararse a mirar qué hay más allá… aunque no intencionadamente, eso seguro. Pero el tiempo les falta, nos falta a todos.
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